lunes, 8 de julio de 2019

El reloj del progreso



El concepto tiempo era lineal, lo mismo que la luz. Hasta que un pequeño hombre que al que habían desahuciado en su jornada educativa predijo que lo que hoy es parte de nuestras vidas, todo es relativo. Incluso es relativo pensar que los deadwalkers urbanos de pantallas multitouch, no creen en nada.


Einstein inteligencia.

Y para las nuevas generaciones, millenialls, Z, centenialls, las que nos pagarán la jubilación o la denominación que prefieran, incluso el conocimiento es relativo Su mundo es liquido, atento al desafío del momento. Su inmediatez es nieta de la posmodernidad industrial e hija del punk más radical. No hay pasado, no hay futuro, solo un ahora continuo que encarnaba Johnny Rotten al gritar “¡No future!”, en los locales del Londres de los 70.




Las historias escuálidas, sin carne pero con significado relativo, quizá no sean parte esencial de este relato. Pero lo conforman. La redes sociales se llenan de perritos, gatitos, focas bebé con gripe aviar y hombres que las salvan o son salvados. El reloj de la poblaciónmundial sigue corriendo y estos chicos no lo vieron. Uruguay tampoco. 


Hasta el tiempo es relativo
En 1951 se presentaba al público la novela Foundation de Isaac Asimov. En uno de sus cinco relatos, se describe como la Fundación, entidad que ostenta el poder detrás del poder en el universo imaginario de esta producción gráfica, crea una nueva religión en la que los aparatos tecnológicos forman parte de los rituales religiosos.



Mamá Skynet no quiere a Isaac Asimov


Se menciona una inteligencia diferente, de índole colectivo. El conocimiento a disposición de todos en un mundo multiscreen y Jesús es Steve Jobs.  Pero como la escasez es mala, el exceso de variedad es peor, nos ahoga en dudas sobre que es mejor, o peor. Y ante el exceso, la respuesta natural es tener la protección del armadillo, generar una armadura algorítmica brindada por nuestros padres binarios.




Los preconceptos nos sueltan. La inteligencia de la colmena choca con el espiritu de la personalización excesiva y genera híbridos en el que todos creemos ser importantes. Aquí, hasta los memes, hijos non nominatus de la biología, son una muestra con valor mínimo de cultura relativa.




La ciudad consagrada a San Felipe y Santiago, sigue ahí, estoica ante los avatares del mundo que se viene. Negamos y renegamos, pero la realidad virtual (el oxímoron más grande), el análisis de big data (sistemas estadísticos con esteroides) y el resto de las tendencias tecnológicas que nos acosan a través de la fibra óptica, no parecen tener efecto en la realidad. Solo que los deadwalkers no lo saben.

no seas un deadwalker


sábado, 6 de julio de 2019

Presentaciones de SMI - 3 y cuatro de julio de 2019



Presentación del 3 de julio de 2019 - Grupo SMI




Presentación del 4 de julio de 2019 - Grupo SMI

La religión de los datos


La Real Academia Española define disrupción como una interrupción brusca o rotura. Cuando definen un proceso con esos términos, la asociación inmediata es negativa. Solo se rompe algo que funciona o está sano.


Múltiples gurús nos hablan de los cambios de la cuarta revolución. La visión apocalíptica de Rifkin sobre el trabajo y sus soluciones de raíz académica, como la renta universal o el tercer sector, nos pone a reflexionar sobre asuntos un poco más realistas pero completamente conectados: ¿Educar o no? ¿Por qué educar?¿En qué educar? Y la respuesta no es sencilla.

No hay gurús, solo personas que dan ideas.
En Atlas, Michel Serres observa que nuestro modo de habitar el espacio físico se ha trastocado. Ya no podemos representar el espacio como antes. Los mapas lineales, se convierten una multidimensionales, todo se superpone y hacen imposible construir las topografías concebidas en forma tradicional.  A la vez, esta explosión de colores nos confunde por su enorme volumen, haciendo que nuestros mecanismos de defensa se disparen y comiencen a bloquear el volumen de información que no es necesario. Lo indefinido nos da temor y, por algún instinto arcaico, nos defendemos volviendo a lo básico. Los que se preconcebía como un espacio indefinido se vuelve monocromático, la paleta iridiscente se convierte en una linealidad digna del humor de los pingüinos de Madagascar.
Hasta el humor puede ser monocromático.
Trabajo, mercado, datos, percepción, educación. Nos educamos para mejorar nuestra adaptación al mundo que percibimos. Los estímulos personalizados a través de datos, convierten el mundo en algo engañosamente amable. Las habilidades cognitivas se adaptan y la apropiación del conocimiento se hace cada vez más selectiva. El enciclopedismo educativo, hijo del positivismo, cede espacios a la idea del conocimiento universal a disposición de todos. Dios dato, pone todo a nuestra disposición.

Dios dato y la pequeña mirada por fuera.
El hilo dorado de Ariadne de las antiguas certezas no puede guiarnos. El minotauro de la exclusión nos amenaza y enfrentarnos a cada encrucijada en este laberinto, nos paraliza a la vez que nos motiva a tomar una decisión. Los estímulos que negamos en forma intuitiva y la realidad líquida a la que debemos adaptarnos, nos obliga a poner foco en espacios definidos. La hiperespecialización laboral nos espera y la religión de los datos nos empuja.

El tren que no para en la estación Uruguay.
Desde la Muy Fiel y Reconquistadora ¿qué podemos hacer? Entre muchos espacios de pensamiento, podemos percibir que la duda no es el camino, sino plantearse como acoplarse a un tren que no para y del que no podemos bajarnos. Pero ¿podemos ser los que cobren el pasaje? El pensamiento disruptivo es una manera de hacerlo. pensar el futuro pero y lo que se viene La proactividad en contra de la reactividad.



viernes, 5 de julio de 2019

No me niego

El ludismo fue un movimiento de protesta de los artesanos ingleses durante la Revolución Industrial, en la cual destruían las modernas máquinas de vapor, con la excusa de que terminaban con sus empleos. Otra vez, y con la perspectiva de 200 años, vemos la respuesta lineal , como réplica directa a una amenaza.
La automatización del trabajo 
Sería muy naif pensar que la aplicación de la tecnología no promovió, promueve y promoverá cambios en los puestos laborales. El teléfono dejó sin trabajo a los telegrafistas, la automatización de las tiendas a los cajeros y los algoritmos financieros ponen en jaque a los analistas y asesores del rubro. La jurídica empírica reflejada en Moore, nos dice que la potencia de procesamiento se duplica cada dos años. Los métodos predictivos, los procesos de análisis de grandes bases de datos y cualquier otro tipo de trabajo que no implique creatividad o empata humana podría, en una teoría alocada, ser realizado por un robot o un algoritmo.
La predicción en manos de la religión de los datos.
Como muestra, basta ver que lo que hasta hace un lustro parecía un actividad plenamente humana como escribir noticias e interpretar datos cualitativos para convertirlos en información, en una agencia internacional lo realiza un bot. Associated Press reclutó a un pasante de periodismo que no descansa y con una productividad superior a la de cualquiera de sus mayores. Este muchacho se llama Automated Insights y desde 2014 trabaja en informes económicos.

La Banda Oriental del Río de los Pájaros Pintados no escapa a esta realidad. En 2017 la Escuela de Negocios de la Universidad deMontevideo presentó un estudio sobre el futuro del trabajo y larobotización en nuestro país. Quienes trabajan en sectores donde la interacción humana es fundamental solo tienen un 40 % de riesgo que su trabajo sea realizado por un robot. En los trabajos más rutinarios, por ejemplo los manufacturerox, el riesgo llega a 75 %. La educación juega su partido. El riesgo de que la tarea sea sustituida por un robot va en una escala inversa de 59 % a 18% que arranca en la primaria completa y llega a quienes tienen estudios superiores.
Lo hacen mejor y dan mayor ganancia al inversor
Las habilidades no suplantables, por ahora, son aquellas netamente humanas. La analogía sigue presente. Querer convertir una tostadora con esteroides en un ser creativo y resiliente, con la capacidad de empatizar, es intentar resumir el procesamiento de big data (una actividad de estadística) en la complejidad del asombro o la angustia. La frontera entre Skynet y Rambo por ahora no está clara y no debemos ser tan tontos como para dejar de observar las tendencias que nos acosan. Por eso, culpar a la tecnología es como decir que Gavrilo Princip dio comienzo de la Primera Guerra Mundial. La culpa es del que no se involucra.



jueves, 4 de julio de 2019

El exceso

Cuando Gordon Sumner escribió “Too much information” a principios de la década de los 80, declaraba:
“Too much information running through my brain 
Too much information driving me insane 
I've seen the whole world six times over
Sea of Japan to the Cliffs of Dover”

seguramente creía que el exceso de información que proporcionaba la TV de la época era saturante para el ser humano promedio. Desde la perspectiva del SXXI, ese momento de la humanidad donde solo se accedía a los estímulos con el sacrificio del tiempo y del espacio físico, parecen pequeñas consecuencias y, en alguna medida, un chiste de raíz nihilista.



La exposición voluntaria a los estímulos de medios masivos de comunicación promovió la nueva generación de deadwalkers urbanos. El rostro pálido por el brillo de la pantalla, los muestra caminando con la mirada lívida por la ansiedad de “no estar al tanto”. El mundo intangible con el que interactuamos, nos cobra la diversión con lo único que podemos ofrecer y que no pueden devolvernos, nuestro tiempo y datos privados.


Miramos donde no miramos
 
Como escribía Cadícamo, “La historia vuelve a repetirse”. Damos lo más valioso a cambio espejos de colores a hombres de brillante armadura y afiladas armas. Las corporaciones intangibles que solo conocemos por tipografía y colores, nos transforman en hacedores de su riqueza. Y aun así, La constante mención del Gran Hermano orwelliano es una falacia de repetición incesante.

El gran amigo que siempre nos vigila

El gran hermano veía a través de la pantalla que miraban los vigilados, atento a la disrupción del orden y al que todos temen. Hoy nadie le teme. Es un gran amigo que nos da herramientas para hacer cosas por nosotros. El gran hermano Google, Facebook, Amazon (y los nombres que queramos agregar) saben lo que nosotros queremos, comodidad. Y en nombre de ella les damos todo.


Es muy tarde
En esta línea es un poco escalofriante ver como la empresa Alphabet puede saber si caminamos o anduvimos en un coche, y por donde nos movemos habitualmente. Estos personajes binarios de Bram Stoker nos consumen y el único Dr. Van Helsing parece ser anestesiarnos y utilizarlos en nuestro beneficio, y comodidad.