jueves, 4 de julio de 2019

El exceso

Cuando Gordon Sumner escribió “Too much information” a principios de la década de los 80, declaraba:
“Too much information running through my brain 
Too much information driving me insane 
I've seen the whole world six times over
Sea of Japan to the Cliffs of Dover”

seguramente creía que el exceso de información que proporcionaba la TV de la época era saturante para el ser humano promedio. Desde la perspectiva del SXXI, ese momento de la humanidad donde solo se accedía a los estímulos con el sacrificio del tiempo y del espacio físico, parecen pequeñas consecuencias y, en alguna medida, un chiste de raíz nihilista.



La exposición voluntaria a los estímulos de medios masivos de comunicación promovió la nueva generación de deadwalkers urbanos. El rostro pálido por el brillo de la pantalla, los muestra caminando con la mirada lívida por la ansiedad de “no estar al tanto”. El mundo intangible con el que interactuamos, nos cobra la diversión con lo único que podemos ofrecer y que no pueden devolvernos, nuestro tiempo y datos privados.


Miramos donde no miramos
 
Como escribía Cadícamo, “La historia vuelve a repetirse”. Damos lo más valioso a cambio espejos de colores a hombres de brillante armadura y afiladas armas. Las corporaciones intangibles que solo conocemos por tipografía y colores, nos transforman en hacedores de su riqueza. Y aun así, La constante mención del Gran Hermano orwelliano es una falacia de repetición incesante.

El gran amigo que siempre nos vigila

El gran hermano veía a través de la pantalla que miraban los vigilados, atento a la disrupción del orden y al que todos temen. Hoy nadie le teme. Es un gran amigo que nos da herramientas para hacer cosas por nosotros. El gran hermano Google, Facebook, Amazon (y los nombres que queramos agregar) saben lo que nosotros queremos, comodidad. Y en nombre de ella les damos todo.


Es muy tarde
En esta línea es un poco escalofriante ver como la empresa Alphabet puede saber si caminamos o anduvimos en un coche, y por donde nos movemos habitualmente. Estos personajes binarios de Bram Stoker nos consumen y el único Dr. Van Helsing parece ser anestesiarnos y utilizarlos en nuestro beneficio, y comodidad.


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